¿Cómo surgieron las “abejas asesinas”?

En Brasil a mediados de la década de 1950 un laboratorio de investigación cruzó dos especies de abeja, una europea y otra africana, con el objetivo de conseguir una nueva especie que produjera mayor cantidad de miel. Pero algo salió mal.

Las abejas africanizadas o “abejas asesinas” son producto de un experimento realizado por el un científico de la Universidad de Sao Paulo, Warwick Estevam Kerr, quería obtener una especie nueva que produjera mucha miel y fuera resistente al clima de su tropical país.

Este cientifico decidió cruzar ejemplares de abejas europeas, incansables productoras de miel, con abejas surafricanas que, gracias a millones de años de evolución, estaban perfectamente adaptadas a vivir en ambientes cálidos y húmedos. Del cruce europeo-africano nació una robusta abeja productora de miel con instintos agresivos. Y muy agresivos.

Un día, algunos ejemplares de las nuevas abejas se escaparon de los recipientes donde se encontraban confinadas. Y como no podía ser de otro modo, entre esos pocos ejemplares se hallaban algunas abejas reina, cuyo único propósito en la vida es poner miles de huevos al día durante sus primeros cuatro o cinco años de existencia.

Desde entonces, los descendientes de estas colonias se han extendido por todo el continente americano, moviéndose a través de la cuenca del Amazonas en la década de 1970, cruzando a América Central en 1982 y llegando a México en 1985.

El impacto de la cruza de genes puede tener consecuencias mortales. Resulta fundamental colocar límites a la cruza genetica en los laboratorios.